Primero, pregúntele a Dios con regularidad cuál es su vocación y ore pidiendo guía y conocimiento. En segundo lugar, pídele a Jesús que sea parte de las decisiones importantes de tu vida, estando atento al fruto del Espíritu (gozo, paz, gratitud, etc.) para asegurarte de que lo que deseas es lo que Dios desea. En tercer lugar, pregunte a aquellos en quienes confía y respeta (incluido su pastor) que viven diferentes vocaciones (casados, religiosos, sacerdotes, diáconos) sobre las bendiciones y desafíos de su vocación. Pídeles que te orienten sobre cómo creen que Dios podría estar pidiéndote que ames.